Impartida por Gisela Rivero Marrero, presidenta de la Asociación de Discapacitados Canarios «Melody»
Lugar: Aulario de la Facultad de Medicina de la U.L.P.G.C.
Fecha: 2 de abril 2008
Dos momentos del acto:
PONENCIA
Primera parte:
Segunda Parte:
Tercera Parte:
Texto
PONENCIA MUJER Y DIVERSIDAD FUNCIONAL
1. Una Mirada A La Perspectiva Histórica De La Discapacidad (Diversidad Funcional).
Desde hace cientos de años la percepción de la diversidad funcional ha ido variando socialmente.
En la Esparta de Licurgo, las leyes permitían el despeñamiento de los niños y niñas que nacían con alguna diversidad funcional desde el Monte Taigeto. Tal sacrificio selectivo encontró eco en la Roma Imperial y años después, con el cristianismo, esta práctica evolucionó hacia ciertas formas de redención. Ya en el siglo XX, el nazismo encontró en sus cámaras de gas el instrumento de sacrificio colectivo.
Las personas con diversidad funcional se asimilaron a “objetos de caridad” en lo que se ha llamado Paradigma Tradicional de la discapacidad o diversidad funcional.
Este Paradigma se caracteriza por el asistencialismo, la beneficencia, por la caridad; lo que provoca marginación, dependencia y falta de autoestima de las personas con diversidad funcional.
Desde la perspectiva del paradigma tradicional, la sociedad no consideraba a las personas con diversidad funcional como sujetos de iguales derechos que el resto de la ciudadanía.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se hace latente la preocupación de los gobiernos por el desarrollo y avance de tratamientos médicos para los “heridos de guerra”; en este contexto, se desarrolla un segundo paradigma, conocido como el Paradigma de la Rehabilitación.
En este modelo se llega a la conclusión que el problema de la diversidad funcional se localiza en el individuo (la persona con diversidad funcional),ya que es en su diversidad (física, mental o sensorial) y en su falta de destreza, en donde se localiza el origen de sus dificultades; así se explica que los intentos de resolver las situaciones, hayan pasado fundamentalmente a través de la intervención profesional de especialistas de la medicina, educadores, formadores profesionales u orientadores sociolaborales, intentando dar respuesta al problema mediante el proceso de la rehabilitación física, social, educativa y laboral.
Durante los años 60, -una vez más motivado por la necesidad de reconstrucción de los efectos de la guerra, concretamente la de Vietnam- se presenta una nueva perspectiva, la reivindicación del derecho a vivir independientemente sin sentir el estigma del «perdedor» o “deshecho” en una sociedad marcada por la competencia y la imagen. En este contexto se desarrolla el movimiento de «vida independiente», paralelamente al avance de los derechos civiles, desde los movimientos raciales y feministas.
Este paradigma ya no identifica a la diversidad funcional o la falta de destreza como el origen del “problema de inserción” sino que éste se localiza en el entorno; es la sociedad la que no ofrece las oportunidades, la que no brinda los apoyos suficientes para que estas personas puedan desarrollarse como personas –no objetos- con derechos y deberes.
2. Marco Jurídico De La Diversidad Funcional.
“Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”
Artículo 2-Declaración Universal de los Derechos Humanos (Naciones Unidas).
La Declaración Universal de los Derechos Humanos como marco de garantía jurídico, no garantiza la implementación de esas medidas, en la Plataforma de Acción de Pekín, aprobada en 1995, se consiguió en el contexto de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, que se hablara por primera vez del binomio mujer y diversidad funcional.
De esta situación se hizo eco, la Unión Europea, con la aprobación del Tratado de Ámsterdam, en 1997, y nace así el Foro Europeo de la discapacidad. En este foro, surge un manifiesto, “Manifiesto Europeo de mujeres con discapacidad o diversidad funcional”, que desveló que los papeles atribuidos por la sociedad a las mujeres con diversidad funcional, son distintos a los que se asigna a las mujeres en general.
La doble discriminación de las mujeres con diversidad funcional no es producto de una suma de las necesidades que se plantean por diversidad funcional y género, sino que al conjugarse ambas variables, se produce una situación diferente y especial que es preciso conocer y reconocer con el fin de disponer de un instrumento operativo, que permita responder a las necesidades de esa situación específica, y así favorecer el acceso a la igualdad de oportunidades y el disfrute pleno de los derechos, de este colectivo de mujeres.
2.1. En el Ámbito Internacional:
2.1.1. Consejo de Europa.
El Consejo inició sus trabajos sobre las perspectiva de género en la diversidad funcional a través de la creación de un Grupo de Expertos, en el seno del Comité para la rehabilitación e integración de las personas con diversidad funcional, cuyos componentes fueron, mayoritariamente, precisamente, mujeres con diversidad funcional, y centró su análisis en la realidad que no comparten con los hombres con diversidad funcional. Los trabajos del Grupo de expertos finalizaron con el Informe “La discriminación ejercida contra las mujeres con discapacidad”, aprobado por el citado Comité en su reunión anual de octubre de 2002.
2.1.2. Naciones Unidas.
El Comité Ad hoc especial, creado por Resolución 56/168 de las Naciones Unidas de 19 de diciembre de 2001,para la preparación del Proyecto de “Convención internacional amplia e integral para proteger y promover los derechos y la dignidad de las personas con discapacidad”, en su 8ª sesión celebrada en Nueva York del 14 al 25 de agosto de 2006, adoptó el proyecto de Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que fue presentado para aprobación a la Asamblea General en su 61ª sesión de septiembre a diciembre de 2006 .
El proyecto de Convención reconoce la situación de discriminación en que se encuentran las menores y las mujeres con diversidad funcional por su doble condición, la de mujer y la de persona con diversidad funcional y que les impide el pleno disfrute de los derechos humanos y libertades fundamentales.
2.2. En el Ámbito Nacional:
Como muchas de las discriminaciones se producen por considerar que las leyes tienen carácter neutro, consolidando de este modo las situaciones de desigualdad entre mujeres y hombres, se promulgó la Ley 30/2003, de 15 de octubre, sobre medidas para incorporar la valoración del impacto de género en las disposiciones normativas que elabore el Gobierno, que exige la obligación de someter toda norma de la Administración General del Estado, a un informe preceptivo sobre el efecto que producirán en la vida de las mujeres y los hombres.
La iniciativa social se ha incorporado a la acción social del Estado, aunque las mujeres con diversidad funcional hemos tenido una incorporación más tardía.
En la década de los 90 se crea en Cataluña, con carácter pionero en Europa, la primera Asociación de mujeres con diversidad funcional. Este enfoque se refuerza con la celebración de la IV Conferencia Mundial de Pekín de las Naciones Unidas para el avance social de las mujeres (1995), generándose desde entonces en nuestro país el movimiento de asociaciones de mujeres con diversidad funcional.
2.2.1. Resumen de un Plan Operativo Nacional: Mujer+Discapacidad.
-Plan de Acción 2007 para las Mujeres con Discapacidad-.
El espíritu de este Plan y las medidas de carácter positivo y transversal que promueva estarán guiadas y fundamentadas en los siguientes principios:
• No discriminación.
• Igualdad de oportunidades.
• Acción positiva.
• Transversalidad.
• Vida autónoma.
• Participación.
• Normalización.
• Accesibilidad universal.
• Diseño para todos y todas.
2.2.2. Análisis de la Situación de las Mujeres con Discapacidad. (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Plan de Acción 2007 Para Las Mujeres con Discapacidad).
Las mujeres con discapacidad somos diversas, ya que además de los diferentes tipos y grados y situaciones cambiantes a lo largo de todo el ciclo vital –desde niñas a mujeres mayores-, atraviesa todas las clases sociales y las diferentes identidades culturales de nuestro país.
Se trata de una realidad que afecta a más de dos millones de mujeres, que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad y muchas de ellas en riesgo de exclusión social, aunque todas comparten, la posibilidad de padecer rechazo social, lo que produce graves lesiones en la autoestima de las mujeres con diversidad funcional.
Debido a sus especiales circunstancias, muchas de las barreras que comparten con todas las mujeres, como son las dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, o la denuncia de violencia de género familiar o institucional, se agudizan.
Alrededor de medio millón de mujeres con diversidad funcional en nuestro país viven recluidas en sus domicilios, sin apenas poder de decisión en el ámbito familiar, sin participación en los ámbitos laboral o público, sin posibilidad de llevar una vida autónoma, con carencias de carácter asistencial, agravadas por la edad avanzada y por asumir casi en exclusiva la función de cuidadoras de sus progenitores.
A continuación se extraen los datos más destacables:
Las mujeres con diversidad funcional constituyen el 58% del total de personas con diversidad funcional, siendo a partir de los 65 años el grupo mayoritario, diferencia que se incrementa en personas mayores de 80 años de las cuales el 69% son mujeres frente al 31% de hombres. (Fuente: Encuesta de Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud, 1999- INE, Fundación ONCE e IMSERSO, en adelante EDDES).
En relación con el estado civil de las personas con diversidad funcional, las viudas representan el 39% del total de mujeres con diversidad funcional, frente al 9% de los hombres con diversidad funcional viudos. Por lo que se refiere al matrimonio, las mujeres casadas son un 45.2% del total de mujeres, frente a un 67.30% de los hombres que se encuentran este estado. (Encuesta EDDES).
El 74,79%, de las mujeres con diversidad funcional o carece de estudios o tiene estudios primarios: (Encuesta EDDES). El porcentaje de analfabetismo causado por razones distintas a los problemas estrictamente físicos o psíquicos afecta al 6,74% de mujeres con diversidad funcional (43.410), frente al 3,66% de hombres. (23.463).(Encuesta EDDES).
La tasa de actividad de las mujeres con diversidad funcional (21,7 %) es menor a la de las mujeres globalmente consideradas (44%) y menor que la de los hombres con diversidad funcional (34%). (EPA 2005).
La tasa de paro de las mujeres con diversidad funcional (19,70%) es tres puntos y medio superior a la de las mujeres sin diversidad funcional (16,20%) y casi siete puntos superior a la de los hombres con diversidad funcional (12,80%). (Las personas con discapacidad y su relación con el empleo con datos de la Encuesta de población activa, del 2º trimestre del año 2002, INE, 2003, en adelante INE 2003).
Existe una brecha considerable en relación con los hombres con diversidad funcional en los indicadores de impacto de las medidas de fomento de empleo. De 43.088 personas con diversidad funcional beneficiadas, sólo 12731 son mujeres, es decir, sólo el 29.54% (EDDES).
Un análisis del perfil de las personas que perciben pensiones no contributivas, denota un claro predominio de las mujeres: el 73,46% del total de preceptores, o dicho de otro modo, el número de mujeres con PNC´s triplica el número de hombres (Mapa de Prestaciones de naturaleza no contributiva, IMSERSO 2004).
En el perfil de las personas que perciben pensiones no contributivas de jubilación, esta preeminencia se hace más evidente, en cuanto que el 85,01% son mujeres. La presencia femenina entre pensionistas mayores de 84 años se acentúa aún más, llegando al 89,95% (Mapa de Prestaciones de naturaleza no contributiva, IMSERSO 2004).
El análisis cruzado en función de la capacidad para el desempeño de las actividades de la vida diaria, tanto básicas como instrumentales, muestra los mayores niveles de dependencia. Del total de personas que necesitan de ayuda para el desempeño de las actividades instrumentales de la vida diaria, el 65,4% son mujeres (Encuesta EDDES; 1999).
Las principales usuarias del sistema sanitario son las mujeres con diversidad funcional, el 61% de las personas que padecen enfermedades de alta dependencia son mujeres y carecen de servicios accesibles para una asistencia sanitaria adecuada (Encuesta EDDES, 1999).
Entre los grupos de gran dependencia o dependencia severa, 63% de las personas dependientes son mujeres con diversidad funcional frente al 37% de hombres. (Encuesta EDDES, 1999).
Las mujeres con diversidad funcional apenas participan en ámbitos de poder de la sociedad a pesar de ser mayor la participación en asociaciones. Por ejemplo, no llegan a la mitad las asociaciones que cuentan con una presidenta, siendo 20% en el caso de las asociaciones de personas con diversidad funcional sensorial (Mujer con discapacidad y movimiento asociativo, QRM, 2004).
Este breve análisis permite deducir que muchas de mujeres con diversidad funcional constituyen un grupo considerable de personas, que se encuentra en el umbral de la pobreza, que muestran, junto a otros colectivos, el rostro del fenómeno de la feminización de la pobreza en nuestro país.
3. La Iniciativa Social: Las Mujeres con Diversidad Funcional Construyen Ciudadanía.
Los modelos culturales:
Existen desde la cultura androcéntrica, tres patrones culturales que representan los tres modelos de mujeres: Los mitos de Eva, María y Penélope han ido dando contenido históricamente a los patrones culturales asignados socialmente a las mujeres : desde el hecho de ser mujer, que representa la imagen e historia de Eva, la maternidad y virginidad que representa María y la condición y cualidades de la esposa que representa
Penélope, el puzzle de expectativas por motivo de género nos ha venido dado.
Estos tres modelos no funcionan en el imaginario colectivo de las mujeres con diversidad funcional, -la existencia de una diversidad física, psíquica o sensorial ha ido predeterminando su exclusión de las expectativas de género- tampoco se dan modelos alternativos que definan expectativas de interacción en la vida social.
Aunque la situación varía en países individuales, las actividades de las mujeres con diversidad funcional de diferentes países siguen un hilo asombrosamente parecido -debido al rol de género-.
Desafortunadamente, una de estas constantes parece ser el poco apoyo que reciben las mujeres como compensación por el trabajo realizado. Los movimientos de las mujeres sin diversidad funcional entienden que las preocupaciones de las mujeres con diversidad funcional pertenecen más al movimiento de la discapacidad y no los asumen en sus respectivos programas de acción. Al mismo tiempo, los movimientos de la discapacidad tienden a ver los problemas de la mujer con diversidad funcional como algo «separado» y sin importancia para el orden del día de las organizaciones.
Por una parte, se espera que las mujeres con diversidad funcional que participan también en organizaciones de mujeres, apoyen un plan asexuado de la discapacidad a pesar de que las preocupaciones del género no se incluye en los planes de trabajo ni en las políticas a nivel local, nacional o internacional de las organizaciones de la discapacidad.
Y es desde esta ausencia, que se incita a reflexionar sobre el papel vertebrador que tienen las organizaciones sociales (asociaciones, movimientos sociales, voluntariado social…) en una sociedad democrática; sobre su influencia en la mejora de la calidad de vida, su peso al transformarse en grupos de presión, y su influencia en las decisiones o en las políticas concretas, etc. relacionando todos los aspectos con la participación de las mujeres con diversidad funcional tanto en las organizaciones específicas de mujeres, como dentro del propio movimiento de la discapacidad.
Y todo esto, ¿a dónde nos lleva?:
• Primero, a constatar el hecho de que las mujeres con diversidad funcional siguen siendo consideradas ciudadanas de segunda clase en el interior del propio movimiento de la discapacidad.
• Segundo, a reconocer y resolver las situaciones de discriminación de género que afectan a las mujeres con diversidad funcional que participan dentro de las organizaciones de discapacidad.
• Tercero, a la necesidad de integrar la perspectiva de género en el trabajo del movimiento de la diversidad funcional.
4. Prejuicios Sociales y Mujer con Diversidad Funcional.
Existen una serie de creencias, mitos y prejuicios sociales sobre la diversidad funcional, que persisten en el imaginario colectivo y predisponen a la sociedad a aceptar -por acción u omisión- parte de la violencia, incluyendo actitudes discriminatorias, que se dirige hacia lo que o quienes se diferencian de lo estándar, que está centrada precisamente en la no discapacidad.
Estos prejuicios sociales son:
• “Deshumanización”, que equipara a las personas con diversidad funcional a la consideración de seres casi vegetativos, y por ello a una valoración inferior como miembros de la sociedad.
• “Mercancía dañada”, en el que subyace la comparación con el patrón considerado como estándar –lo “normal”- y a nivel de cosificación, se relaciona la existencias de deficiencias biológicas-fisiológicas como excusa para su exclusión en aras de un interés mayor. Según este prejuicio, “la vida de las personas con diversidad funcional no vale la pena ser vivida y no se perdería nada con su muerte”, práctica habitual de esta línea de discriminación valorativa es la justificación de la eutanasia o sacrificio ante la existencia de una diversidad funcional; todo ello sin la menor consideración al propio derecho de las personas a elegir continuar o no con su vida.
• “Insensibilidad al dolor”, se refiere a la falsa creencia de que las personas con diversidad funcional mental o sensorial poseen menor capacidad de sentir, este mito opera en el intento de mitigar la culpabilidad de la persona agresora, y como el resto de los mitos identificados en esta guía, no tiene ninguna base real.
• “Amenaza de la discapacidad”, las personas con diversidad funcional son vistas como peligrosas, como amenazas sociales –temor motivado de forma consciente o inconsciente por la aversión a lo diferente-, y constituye todo un giro al racionalizar el abuso por parte de la persona agresora, que se convierte en víctima imaginaria.
• “Indefensión”, la imagen excesivamente victimizada y débil que la sociedad promueve de las personas con diversidad funcional fomenta una percepción social de extra-vulnerabilidad de las personas que necesitan depender de otras para su quehacer diario.
La situación de mayor vulnerabilidad que provoca la persistencia de estos prejuicios sociales, se agrava para un gran número de niñas y mujeres con diversidad funcional, debido a su condición de género, lo que multiplica el riesgo de que sean víctimas de violencia.
Los factores que hacen que las mujeres con diversidad funcional vivan situaciones de mayor vulnerabilidad a la violencia, los resume Marita Iglesias en los siguientes:
• El hecho de ser menos capaces de defenderse físicamente.
• Tener mayores dificultades para expresar los malos tratos debido a problemas de comunicación.
• La dificultad de acceso a los puntos de información y asesoramiento, principalmente debido a la existencia de barreras arquitectónicas y de la comunicación.
• Una más baja autoestima y el menosprecio de su propia imagen como mujer.
• El enfrentamiento entre los papeles tradicionales asignados a la condición de mujer y la negación de éstos mismos en la mujer con diversidad funcional.
• Mayor dependencia de la asistencia y cuidados de otras personas.
• Miedo a denunciar el abuso por la posibilidad de la pérdida de los vínculos y la provisión de cuidados.
• Menos credibilidad a la hora de denunciar hechos de este tipo ante algunos estamentos sociales.
• Vivir frecuentemente en entornos que favorecen la violencia: familias desestructuradas, instituciones, residencias y hospitales.
• Las mujeres que sufren abusos más severos y frecuentes son aquellas que tienen varias diversidades funcionales, problemas de desarrollo mental, de comunicación y las que tienen algún tipo de diversidad funcional desde el nacimiento.
Otro punto pernicioso es el sistema de relaciones que tienen muchas mujeres con diversidad funcional, sometidas mayoritariamente a relaciones muy desiguales de las que dependen tan fundamentalmente, que consideran incluso normal convertirse en víctimas de sus cuidadores y cuidadoras, pues ellas se perciben como una carga en la vida de esas personas.
Conviene tener presente que el concepto de violencia de género, va más allá de los malos tratos físicos, tal y como se reconoce por las Naciones Unidas.
• La violencia contra la mujer impide el logro de los objetivos de igualdad, desarrollo y paz.
• La violencia contra la mujer viola y menoscaba o impide su disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
• La violencia contra la mujer es un problema que incumbe a todos los Estados y exige que se adopten medidas al respecto.
Desde la Conferencia de Nairobi se ha ampliado considerablemente el conocimiento de las causas, las consecuencias y el alcance de esa violencia, así como las medidas encaminadas a ponerle fin.
• En todas las sociedades, en mayor o menor medida, las mujeres y las niñas están sujetas a malos tratos de índole física, sexual y psicológica, sin distinción en cuanto a su nivel de ingresos, clase y cultura.
• La baja condición social y económica de la mujer puede ser tanto una causa como una consecuencia de la violencia de que es víctima.
“La violencia contra las mujeres con diversidad funcional tiene más que ver con la consideración como atenuante de acciones de este tipo por el hecho de ejercerse contra «seres imperfectos» que con la utilización del cuerpo de la mujer como una demostración de control y poder”.
4.1. Rompiendo Prejuicios: “Proyecto Nexo con la Diversidad”.
Realizado en el curso 1997-98 por Mª Carmen Riu, presidenta de la asociación Dones No Estàndards.
Objetivo:
Elaboración de textos y materiales didácticos para cuatro sesiones del crédito obligatorio de tutoría, con el fin de enseñar a los alumnos y alumnas a auto reflexionar y detectar que todos y todas tenemos diferencias que no nos gustan y visionar que precisamente estas nos dan personalidad, el proyecto trabajaba sobre diferencias de género, moda, discapacidad y etnias.
Metodología:
Muy participativa, intervinieron, como supervisora la Sra. Sara Blasi Gutiérrez delegada territorial de Barcelona ciudad del Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya, y la Sra. Montserrat Munné, Inspectora de Educación Especial del mismo departamento. Participaron 1.198 alumnos de ESO y 46 profesores de diez Institutos de Secundaria de Barcelona ciudad. Se intentó dar un servicio impartiendo las cuatro horas de clase a todos los grupos, descargando de docencia a los profesores a la vez que se les daba unos materiales y el enfoque para que ellos pudieran realizarlo posteriormente. Se idearon materiales didácticos muy sugerentes, donde se participaba jugando y todos los alumnos y alumnas habían de intervenir. Se partió de la práctica para llegar a la teorización y a la esquematización de ella.
Resultados:
Participación de 1.198 alumnos y 46 profesores de Secundaria de Barcelona ciudad.
Elaboración de todo el trabajo de 230 paginas con cinco gráficas.
Elaboración de cuatro juegos con los materiales.
Publicación en el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya.
Publicación de un resumen en el libro Mujer y Discapacidad – Buenas Prácticas, editado por el IMSERSO año 2000.
5. CONCLUSIÓN.
Cualquier línea de actuación para alcanzar la igualdad sería canalizar las necesidades de toda mujer con diversidad funcional y dar respuesta a las mismas. Entre las necesidades a destacar cabe mencionar:
– Necesidad de seguridad: saber que no está sola ante situaciones de emergencia o riesgo.
– Necesidad de comprensión: sentirse escuchada y comprendida.
– Necesidad de relación: capacidad de expresar y sentirse escuchada, poder comunicarse con el otro.
– Necesidad de información: actualización y conocimiento de los recursos disponibles en su medio y su forma de utilización.
En definitiva, se trata de que la mujer con diversidad funcional identifique sus pensamientos, creencias, deberes, valores o principios; necesidades y deseos; formas de comportarnos; afectos, sentimientos, emociones y miedos; cualidades, habilidades y recursos personales.
“PORQUE SOMOS MUJERES, queremos ser CIUDADANAS DE PLENO DERECHO. Aportar RIQUEZA a nuestra sociedad, a través de NUESTRAS SINGULARIDADES. Queremos ocupar cargos de responsabilidad, y romper ese techo de cristal que nos impide nuestra realización. Ser profesionales. Adquirir una buena formación. Tener pareja. Ser madres. Disfrutar de nuestra sexualidad. Vivir solas. Viajar. Soñar. Acceder a las Nuevas Tecnologías. Decidir sobre nuestras vidas… Y, en definitiva, EJERCER NUESTRA LIBERTAD.”
Comisión Mujer y Discapacidad de la Comunidad de Madrid.